El mundo enloqueció, parece que nos encontráramos viviendo una película de ficción que se tomó la realidad. Todos los avances tecnológicos, la evolución de la especie humana, la cuarta revolución industrial, todos sin excepción, han quedado temporalmente silenciados por una pandemia que hoy se encuentra en todos los continentes de nuestro planeta.
Hoy hacemos un alto en el camino, y a pesar de todas nuestras diferencias, compartimos dos cosas en común: El miedo y la fragilidad. Por primera vez en nuestras vidas tenemos la oportunidad de vivir un momento único, escalofriante, desafiante e incierto en la historia de la humanidad, una ráfaga de locura que sin previo aviso cayó sobre nosotros.
¿Qué si hay alguna lección detrás de todo lo que esta sucediendo? Por su supuesto, nos enseña que todo lo establecido puede cambiar, el poder de lo invisible y la magia de lo simple.
Como dijo alguna vez Irene Villa, una vez que la tormenta termine, tal vez no recordaremos como lo logramos, ni como sobrevivimos. Tal vez, ni siquiera estemos seguros si la tormenta habrá terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgamos de esa tormenta, no seremos los mismos, de esto se trata la tormenta.
Es difícil calcular (¡y mucho menos exagerar!) el impacto que esta pandemia está teniendo en la vida cotidiana de millones de personas alrededor del mundo. La interrupción de todo lo que dábamos por hecho se ha convertido en la nueva “normalidad”.
Todos queremos volver a nuestra cotidianeidad lo más pronto posible, tal vez en unos días, semanas o incluso meses. Sin embargo, es muy probable que muchas cosas a partir de este punto de inflexión jamás vuelvan a ser como antes.
No hay sector de la economía que no haya sido tocado por esta emergencia, y esto obviamente, incluye a la ciencia, tecnología e innovación. Todos esperamos con ansiedad que aparezca la vacuna, o por lo menos, la aparición de nuevas herramientas que permitan la contención y manejo de la enfermedad, así como nuevas formas de trabajar, aprender y socializar virtualmente.
Por supuesto, que todo esto también ha mostrado la otra cara de la moneda. La fragilidad de los sistemas de salud y el sistema económico a nivel mundial, el poder perturbador de la desinformación, las noticias falsas, el cuestionado derecho a la privacidad y los riesgos inevitables de vivir en un mundo cada vez más globalizado.
Estamos en los albores de una nueva realidad, y a partir de este punto, seremos testigos de una dramática restructuración del orden económico y social al que estábamos acostumbrados. En el futuro cercano comenzarán las discusiones y los debates sobre lo que podría ser la próxima “normalidad” y como esto moldeará la vida de las personas y las empresas.
La nueva definición de Socializar
Quizás el termino “socializar” tenga un nuevo significado a partir de ahora. No es para nada una disrupción momentánea, definitivamente es el comienzo de una nueva forma de vivir y relacionarse con los otros y con el mundo que nos rodea.
¿Cuánto puede durar esta emergencia? Nadie lo sabe con certeza. Lo único ampliamente aceptado, por el momento, es que la única forma de contener la propagación del virus es el autocuidado y el distanciamiento social.
Aun si se encontrara la vacuna el día de hoy, mientras alguien en el mundo tenga probabilidad de contagiarse, los brotes del virus seguirán apareciendo. Esto seguramente va a desencadenar una nueva era de estrictos controles en lugares públicos, e incluso en nuestros hogares, así como medidas de aislamiento social versión 2.0, 3.0, 4.0, cada vez que este virus o cualquier otro acontecimiento amenacen la salud y la seguridad de los ciudadanos.
Precisamente, si queremos entender un poco mejor el nuevo significado de la palabra “socializar” bajo este nuevo contexto, podemos referirnos al estudio publicado el pasado 16 de marzo por un equipo de epidemiólogos del Imperial College of London[1].
Este estudio plantea dos posibles estrategias para la contención del virus: La mitigación y la supresión. Bajo este modelo, la mitigación o “aplanar la curva”, contempla que el virus continuará propagándose, pero a un ritmo mas lento para no colapsar los sistemas de salud. La otra estrategia es la supresión, en el que se intenta revertir la pandemia a través de medidas extremas de distanciamiento social.
De acuerdo con este estudio, distanciamiento social significa cerrar colegios y universidades, aislar a los mayores de 70 años, e incluso hacer obligatorio a través de políticas locales el aislamiento de toda la población en sus hogares. Según los expertos, estas medidas deben estar vigentes durante 2/3 del tiempo, hasta que haya una vacuna disponible, lo que podría tomar por lo menos 18 o meses o más.
¿18 meses o más? ¿Acaso están locos? Esto no es sostenible en el largo plazo por que el daño social y económico puede ser catastróficos.
Insisto nuevamente. No es una disrupción temporal, es un cambio profundo en nuestros hábitos y la forma en la que nos relacionamos con los demás y con el mundo, y eso aplica tanto para las personas, como para las empresas.
Para las Pymes el corto plazo debe ser importante, pero el foco en el largo plazo puede marcar la diferencia entre sobrevivir o no a esta nueva normalidad.
Para muchos de nosotros, el evento más impactante a nivel mundial fueron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. El mundo cambió a partir de ese día y jamás volvió a ser como antes.
De acuerdo con el estudio realizado por McKinsey & Company, se vislumbran dos posibles escenarios para la economía mundial. Uno es el de recuperación lenta, en el que las medidas de distanciamiento social adoptadas por los diferentes gobiernos van a desencadenar una fuerte caída en el consumo y el gasto de las empresas hasta el final del segundo trimestre de este año, produciendo una recesión que se prolongará hasta el tercer trimestre del 2020[2].
El otro escenario es el de contracción prolongada, que pronostica un impacto económico global severo similar al de la crisis financiera mundial del 2008, con una reducción considerable del consumo, y el incremento en el número de despidos masivos y la quiebra de muchas empresas durante todo el 2020. Bajo este escenario la recuperación comenzaría en el segundo trimestre del 2021 aproximadamente.
Sin duda, las Pymes son uno de los segmentos empresariales más afectados por esta crisis debido a la reducción de la demanda, y por ende de sus ingresos, lo que podría verse reflejado en la dificultad de acceder a insumos, reducción o falta de mano de obra, difícil acceso a financiamiento, entre otros. Los impactos serán diferentes según el sector.
En el corto plazo, esto se verá reflejado en un daño de proporciones catastróficas para las empresas en las que su modelo de negocio está diseñado para recibir grandes cantidades de público presencialmente como son: restaurantes, cinemas, estaciones de servicio, museos, hoteles, deportes, espectáculos, centros comerciales, entre otros.
Es claro que muchas de estas empresas podrán adaptarse mas fácilmente que otras, incorporando esquemas de teletrabajo, horarios laborales flexibles, digitalización de sus procesos y servicios, mientras que para otras esto puede resultar sumamente difícil o imposible.
De acuerdo con el BID, en las regiones mas afectadas, los gobiernos han venido adoptando una serie de medidas económicas como el aplazamiento del pago de impuestos y créditos, el aumento de garantías para prestamos y el otorgamiento de créditos blandos y subvenciones, con el fin de reducir impactos negativos como la pérdida de empleo o la salida del mercado[3].
En este orden de ideas, fuera de las medidas financieras, fiscales y de apoyo que puedan adoptar los gobiernos, hay tres ámbitos clave para movilizar políticas de apoyo a las pymes en el corto y mediano plazo: Primero, realizar estudios y análisis de datos masivos, e implementar encuestas que permitan caracterizar y comprender el impacto de esta crisis en las empresas para poder tomar decisiones. Segundo, apoyar al desarrollo de capacidades y facilitar el desarrollo de infraestructura, para que las empresas comiencen a operar cada vez mas en forma digital, y tercero, direccionar mas recursos para el fomento de la investigación e innovación, así como identificar y apoyar emprendimientos que ya dispongan de soluciones efectivas para su crecimiento y difusión.
Un nuevo mundo en estado de pandemia permanente
¿Cómo será el nuevo mundo? No lo sabemos exactamente, pero tal vez podemos imaginar un poco.
La realidad se volverá cada vez mas virtual. Eventos, actividades, trabajo, estudio e interacciones sociales, digitalización y automatización de procesos y servicios, y mayor descentralización política y económica.
Mejores sistemas de salud, o por lo menos eso esperamos, con unidades de respuesta y procesos más ágiles para la identificación y contención de futuras pandemias y la capacidad de producir rápidamente medicamentos, equipos médicos, entre otros.
Socializar de manera segura, desarrollando mecanismos para identificar quién está en riesgo de contraer cierta enfermedad y quién no -discriminando legalmente- a quienes tengan el riesgo potencial de contraer la enfermedad[4].
Nuevas medidas de vigilancia como escáneres de temperatura en sitios públicos y aeropuertos, así como el seguimiento a actividades de nuestra vida diaria a través de nuestro celular, que finalmente terminaremos considerando como un pequeño precio a pagar por el derecho a las libertades básicas y el poder compartir con otras personas.
Como en todos los momentos de crisis, y especialmente en nuestro país, las poblaciones vulnerables siempre serán las más afectadas. Aquellos que no tienen la posibilidad de acceder a un buen sistema de salud, que viven en áreas mas propensas a la difusión de enfermedades, trabajadores formales, informales, e independientes que perderán la posibilidad de desempeñar su trabajo debido a la recesión económica que se avecina.
El sistema somos nosotros y nadie va a resolver esto por nosotros. Tenemos el deber ahora más que nunca de colaborar de manera solidaria para crear un sistema global más inclusivo, de demostrar que aprendimos la lección y que todo lo establecido puede cambiar para mejor, y así corregir las enormes desigualdades sociales y económicas y crear un nuevo normal mejor para todos.
El mundo ha cambiado muchas veces, y seguirá cambiando muchas más. Todos tendremos que adaptarnos a una nueva normalidad y guardar la esperanza como dijo el escritor William Ospina: “Si hay un mundo cansado y enfermo que cruje y se derrumba, tiene que haber un mundo nuevo que se gesta y nos desafía”[5].
Bibliografía
- Imperial College London. (2020). Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and healthcare demand.
- Craven Matt, L. L. (2020). COVID-19: Briefing note, March 16, 2020.
- Nicolas, C. (21 de 03 de 2020). Puntos sobre la I. Obtenido de https://blogs.iadb.org/innovacion/es/innovacion-coronavirus-pymes-emprendimientos/
- Gideon, L. (2020). We’re not going back to normal. Obtenido de MIT Technology Review: https://www.technologyreview.com/s/615370/coronavirus-pandemic-social-distancing-18-months/
- William, O. (14 de 03 de 2020). Obtenido de El Espectador: https://www.elespectador.com/coronavirus/coronavirus-del-miedo-la-esperanza-por-william-ospina-articulo-909303